A la muerte de Fernando
I, el Reino de Castilla es dividido entre sus hijos, pero Sancho, uno de ellos,
no contento con el reparto trata de reunificar el reino con ayuda del Cid. En
el cerco de Zamora, Sancho es asesinado a traición y el Cid hizo jurar al nuevo
rey y hermano de Sancho, Alfonso VI, que jurara ante los evangelios que no
había tenido nada que ver con la muerte de su hermano. A partir de aquí pasa el
Cid a un segundo plano en la corte, siendo incluso atacado por el nuevo Alférez
del Rey, hasta que se desencadenan una serie de traiciones contra Rodrigo y que
terminarán con su destierro, que es lo que aquí se representa.
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